Los trastornos de este apartado se caracterizan por la presencia de una alteración de la memoria que puede ser debida tanto a los efectos fisiológicos de una enfermedad médica como a la acción persistente de sustancias. Estos trastornos comparten una sintomatología característica cuyo rasgo más prominente es el deterioro de la memoria. La diferenciación vendrá dada por la etiología del trastorno.
El síndrome amnésico se ha definido como una alteración de la memoria permanente, estable y global, debida a un trastorno orgánico cerebral en ausencia de otros déficits perceptivos o cognitivos. Dentro de la amnesia, pueden diferenciarse dos tipos de trastornos de memoria, que varían en gravedad y extensión, pero que se hallan, generalmente, de forma conjunta:
Amnesia anterógrada: También llamada amnesia de fijación. Se refiere a la incapacidad para aprender nueva información tras la aparición del trastorno (generalmente orgánico) que dió lugar a la amnesia. El paciente parece olvidar al mismo ritmo que se suceden los acontecimientos. Afectará por definición a la memoria reciente. Suele ser reversible en amnesias postraumáticas y algunos síndromes de Korsakoff e irreversible en demencias avanzadas.
Amnesia retrógrada: Afectación de la capacidad de evocar información y sucesos bien establecidos antes del inicio de la enfermedad. La amnesia retrógrada afecta hechos y episodios, particularmente aquellos que están cerca del momento en el que se produjo la amnesia. Según la ley de Ribot, estos recuerdos se perderían en orden inverso al momento de su adquisición. Es decir, primero desaparecerían los recuerdos más próximos en el tiempo, y en último lugar los más remotos (recuerdos de la infancia). Puede abarcar incluso períodos de quince años antes del episodio. El síndrome amnésico puede acompañarse de apatía, falta de iniciativa y espontaneidad. La inteligencia, capacidades práxicas, gnósicas, lenguaje y abstracción suelen estar preservadas (Junqué y Barroso, 1997).
Los trastornos de memoria tienen una gran importancia clínica, ya que a menudo es un signo clínico que puede indicar la existencia de un trastorno cerebral subyacente. De hecho pueden ser uno de los indicadores más sensibles de disfunción y daño cerebral. La amnesia puede aparecer por una lesión puntual en un sitio específico del cerebro, como el tumor localizado en algunos de los lóbulos del cerebro o puede causarla la lesión que ocurre en uno de los lóbulos cerebrales a consecuencia de un traumatismo en el cráneo. Otra causa de amnesia puede ser una enfermedad que afecte globalmente el cerebro, como los daños en las neuronas que deja la demencia de Alzheimer o los daños causados por las múltiples trombosis cerebrales causadas por enfermedades generales como la hipertensión arterial no tratada, la diabetes mellitus no controlada, etc. En el caso de las enfermedades degenerativas del sistema nervioso (la enfermedad de Alzheimer, por ejemplo), la memoria es una de las funciones cognitivas que está más alterada, aunque no lo está de forma exclusiva, sino que se acompaña de una afectación intelectual más generalizada y por este motivo no entra dentro del concepto de amnesia pura. Las intoxicaciones por fármacos o drogas son otra causa de la afectación cerebral que se manifiesta con problemas de memoria.
En líneas generales, la amnesia como síndrome global e irreversible es raro, ya que hacen falta extensas lesiones bilaterales del sistema límbico, de las estructuras diencefálicas o del cerebro basal anterior para que se produzca, siendo poco frecuente esta situación en la patología neurológica.
Tomado de Junqué C. y Barroso J.: Neuropsicología, Ed. Síntesis, 1997
Otra situación distinta la constituye la disminución de la capacidad de memorizar sin que esta suponga una pérdida grave fácilmente objetivable. Los pacientes con diversos trastornos neurológicos, algunos pacientes psiquiátricos así como personas de edad avanzada, muy frecuentemente se quejan de dificultades de memorización. En estos casos, la pérdida de memoria puede ser debida a la degeneración parcial de las estructuras implicadas en la memoria en cuestión, no obstante, siempre con una pérdida funcional inferior a los casos graves que se han comentado anteriormente. Precisamente, la memoria puede considerarse como una de las funciones cognitivas más vulnerables, dado que puede alterarse como consecuencia de la mayoría de las disfunciones del sistema nervioso central. En la misma línea, la memoria experimenta de forma marcada el efecto de la pérdida de plasticidad cerebral producida por el paso de los años, de forma que su involución puede hacerse notoria a partir de la tercera década de vida del hombre, de forma similar a lo que ocurre con otras funciones físicas corporales.
Tomado de Junqué C. y Barroso J.: Neuropsicología, Ed. Síntesis, 1997.