La característica esencial de un delirium consiste en una alteración de la conciencia que se acompaña de un cambio de las funciones cognoscitivas que no puede ser explicado por la preexistencia o desarrollo de una demencia. La alteración se desarrolla a lo largo de un breve período de tiempo, habitualmente horas o días, y tiende a fluctuar a lo largo del día. A través de la historia, del examen físico o de las pruebas de laboratorio se demuestra que el delirium se debe a los efectos fisiológicos directos de una enfermedad médica, de la intoxicación por consumo o la abstinencia de sustancias, del consumo de medicamentos o de la exposición a tóxicos, o bien a una combinación de estos factores.
La alteración de la conciencia se manifiesta por una disminución de la capacidad de atención al entorno. El deterioro de la capacidad para centrar, mantener o dirigir la atención, constituye el primer criterio (Criterio A). Las preguntas deben repetirse debido a que la atención del sujeto es vaga, éste puede perseverar en una respuesta a una pregunta previa en lugar de focalizar su atención de forma adecuada, y los estímulos irrelevantes le distraen con facilidad. Debido a estos problemas, mantener una conversación puede ser difícil (o imposible).
Hay otros cambios de las funciones cognoscitivas, deterioro de la memoria, desorientación o alteraciones del lenguaje o alteraciones de la percepción que establecen el segundo criterio, Criterio B. El deterioro de la memoria se manifiesta con mayor frecuencia en la memoria reciente que puede comprobarse mediante preguntas al sujeto sobre ciertos objetos no relacionados o la repetición de una frase corta tras unos minutos de distracción. En cuanto a la desorientación, el primer síntoma que suele aparecer en el delirium leve es la desorientación espacial (p.e. pensar que está en casa cuando en realidad está en el hospital) siendo menos frecuente la desorientación autopsíquica. Las alteraciones del lenguaje o el habla se manifiestan en forma de disartria, deterioro de la capacidad para articular palabras, disnomia, deterioro de la capacidad para nombrar objetos, disgrafía, deterioro de la capacidad para escribir e incluso afasia. El lenguaje puede variar desde vago e irrelevante hasta caudaloso e incoherente, con frecuentes saltos imprevisibles de unos temas a otros.
Las alteraciones perceptivas pueden englobar interpretaciones erróneas, ilusiones o alucinaciones. Las alucinaciones y falsas percepciones sensoriales suelen ser predominantemente visuales, aunque también pueden pertenecer a otras modalidades sensoriales, como auditivas, olfatorias y gustativas. Las percepciones erróneas pueden ser simples y uniformes o altamente complejas.
La alteración se desarrolla de acuerdo con un patrón circadiano y en un breve espacio de tiempo tendiendo a fluctuar a lo largo del día cumpliendo lo característico del tercer criterio (Criterio C).
La desorientación, la fluctuación, los altibajos de los síntomas mencionados, así como el inicio agudo o abrupto de tales perturbaciones son características críticas del delirio. El delirio es a menudo reversible (comparado con la demencia), aun en personas con enfermedad avanzada.